Muchos te dirán que hables en la oración, que cantes en la oración, que digas y que digas cosas mortificando así los oídos de unos y de otros. Pero nosotros hemos aprendido en el desierto un silencio que viene de lo Alto y no admite "distracciones" sonoras... Guarda en tu corazón la incomparable sinfonía del silencio trascendente y no te apartes del camino del Señor.
Nadie ora en verdad oyéndose a sí mismo, o mirándose al espejo, ensuciando así la pureza de un despojo dispuesto para Dios.
Alberto E. Justo