Entonces aguardamos, desde luego, aunque no siempre... La inmensa llanura oculta caminos y senderos que no se dejan ver de lejos. Honduras insospechadas, en una perspectiva nueva, cada vez que nos acercamos a los límites o nos detenemos a descansar.
Con paso firme, a pesar de nuestras dolencias, avanzamos hacia un horizonte que se expande más allá.
Camino en soledad..., aunque no vea nada. Seguimos las sendas entre los rosales y un sinfín de flores... Pero la lección ya se percibe -como siempre- en el corazón: "La rosa no tiene porqué, florece porque florece."
Alberto E. Justo