La llamada Oración de Jesús sigue resonando en el corazón, siempre luminoso eco de la tradición monástica. Nosotros la repetimos, una vez más, confiados en la Presencia del Señor y en su auxilio, en estas horas terribles, cuando las amenazas del enemigo pretenden engañarnos y arrojarnos lejos y fuera, en el desamparo de un materialismo crudo y sin vida.
Esta es la hora, cuando los clérigos sólo confían en el poder mundano. No nos dejemos contagiar por los errores o costumbres de moda, por no sé qué autosuficiencia que todo lo atropella, olvidando que la Caridad es "Respeto".
Alberto E. Justo