Amigos y peregrinos, en la ermita no hay engaño. Por lo general dudamos o desconfiamos de lo que vemos u oímos. No es el caso esta vez, aún cuando en ciertos momentos nos sentimos y sabemos defraudados por costumbres ligeras en la hora de la mentira... Porque los que hacen gala de poder y de agudeza se ufanan de vanidades que pronto, muy pronto, ya no serán.
Retornamos a la orilla del lago donde sólo existe honestidad y silencio. La oración brota inmediatamente del corazón puro. No es necesario preparar nada, es oportuno y urgente, en cambio, atender al Presente que nos da el maná escondido.
La oración verdadera es un fiesta permanente. No acaba, se multiplica hacia lo alto, hacia Dios. Atiende el lenguaje inefable que no necesita de vanos ensayos ni se deja instrumentar para el lucimiento de títeres y cantores improvisados. Deja que te lleven las aguas del río... No te detengan los caprichos de los hombres, ni las tentaciones, ni los malos agüeros. No hables ni acudas a las cosas "materiales" para obtener o justificar nada..., no vendas productos viejos y gastados... Tu vida es realidad pura, escondida con Cristo en Dios.
Tampoco te ilusiones con supuestas "categorías" o determinaciones. Escóndete en el Corazón de Cristo Jesús... Es tu Morada, no es tu "jerarquía"... Vive pues, mas ya no vives tu, respira el Espíritu que te es dado...
Alberto E. Justo