Ya no puedes dejar que otra cosa te habite o que tú mismo te alejes del corazón de tu paz. Has despertado en un amanecer divino, en el silencio nuevo de una aurora incomparable. Ayer perdías tiempo y espacio en horas tempranas pretendiendo eso que no llega ni razón tiene... Querías vender no sé qué productos y pasar por titiritero renombrado entre las gentes de tu pobre vecindad... Hoy ya no sabes sino repetir tus viejos lances, con la ilusión de aumentar ese poder "que no puede." Pues ¡vete ya en paz! y deja otra vez los engaños que abruman y acaban por hacer sufrir más a los infelices que pretendes someter y controlar. Sí, vete por tus sendas... y acepta tu destino, no vuelvas sobre tus pasos. Crees tenerlo todo y no tienes nada...
Alberto E. Justo