Aunque no lo parezca, aunque sea demasiado pronto .... El Señor no se hace esperar. Simplemente llega, sin otro aviso que su Santa Presencia. ¿Lo aguardábamos tan rápido? No, desde luego. Pero es verdad que esta hora es única...
Quisiera que nos viera la Aurora, que nos despertara de cualquier sueño y nos guardara en Su Corazón. Y lo quiero ya, ya mismo, sin dilaciones, en el mismo e infinito secreto que ahora nos habla y nos regala con Su Luz. No buscamos repeticiones, ni discursos de ningún tipo: lo buscamos a Él.
¿Una figura, una imagen, algún perdido intermediario, tal vez una sorpresa, seguramente lo que nunca se me ocurrió pensar?
¡Un Niño, una sonrisa inefable más alta que cualquier promesa! ¿Quién era, quién es ahora, hoy y siempre...? Porque sin embargo era Cristo y sin embargo era Dios.
Alberto E. Justo