Dios está aquí... Pero hay muchos que no logran "estar" en parte alguna, sino en sus propios refugios, muy lejos y nada más.
No hay gozo comparable al esplendor de la Fe, en medio de las dudas que, tantas veces ensombrecen nuestro andar. Y Dios nos libre y nos proteja del hombre "triste"...
Aprende a sonreír y a dejar que una cierta simpatía innata se manifieste en los distintos pasos de nuestras jornadas. ¿Qué pasa en los momentos de opacidad, cuando el peregrino no acierta a otra cosa que a llenar formularios y aprisionar al prójimo, según dichos y hechos que lo alejan de la ternura y compasión de Dios?
¡Vuelve incesantemente a tu morada y a tu corazón! Apiádate de tus hermanos y de ti mismo. Junto al río ves correr aguas puras y cristalinas. Lo demás no tiene importancia.
Alberto E. Justo