Pedimos sin cesar en nuestra oración cotidiana... ¡Ven Señor! Él nunca se aparta de nosotros y nos regala con Su Presencia, sin más. A sus pies renovamos nuestras súplicas, por el cumplimiento de Su Voluntad, por nuestra salud, por todo aquello que Él mismo nos pide que pidamos.
Nada se compara a la ternura de Dios en nuestro corazón. Nuestra Vida está escondida con Cristo en Dios.
Hoy también, jornada difícil y de prueba, recibimos su Sonrisa incomparable...
Alberto E. Justo